Siempre hacia adelante
Filipenses 3: 13 nos dice: Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante.
Debemos actuar y avanzar. No sigas estancado en lo que quedó atrás. Un profesor nos decía: “si pasas por el lodo no te atasques”. Esto significa que no debemos quedarnos para siempre en el momento que vivimos. Aquello que dejamos atrás no debe estorbar a lo que tenemos por delante. Repítelo las veces que sea necesario, hay que avanzar, no te detengas.
Tengo tres enunciados que siempre repito: “Lo pasado ya pasó, no te compliques, hay mejores cosas de qué hablar”. Además de olvidar, es necesario dejar de mencionar aquello que quedó atrás. Si continúas hablando al respecto, no podrás superarlo. Inicia con la planificación de tu futuro para ocupar tu mente y tu boca en situaciones positivas que te permitan avanzar. Si el momento difícil aún no ha pasado, no te preocupes, ya pasará, créelo para poder vivirlo.
Filipenses dice: “extiéndete a lo que está delante”. Para lograrlo debes ser flexible. Nada rígido puede extenderse. Es posible estirar un pedazo de hule, pero no una vara de hierro. Tu vida debe ser como un hule flexible que resiste las situaciones y se extiende. Ser rígido y estancarse es fácil y cómodo, avanzar requiere esfuerzo, pero vale la pena. Escoge el camino hacia adelante, el Señor está contigo y no te abandonará.
2 Corintios 5:17 nos comparte: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
No lo olvides, toma las cosas nuevas. La misericordia de Dios es eterna porque se renueva cada día. El Señor estrena misericordia 365 veces al año. Si se le acaba hoy, tiene una nueva para mañana. Cada mañana pide al Señor que estrene su misericordia contigo.
Busca el camino correcto
En Lucas 15: 17-18 el Señor nos dice del hijo pródigo: Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
Actúa como ese hijo que decidió levantarse e ir por el rumbo correcto. Levántate y avanza, puedes hacerlo porque nadie más lo hará por ti. Decide avanzar en tu trabajo, con tu familia, en tus estudios. Hay muchas bendiciones esperándote, pero debes tomar dirección hacia ellas.
En 1 Reyes 19:1-15 leemos sobre Elías: Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos. Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías? El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. Y le dijo Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria
Elías tenía miedo y tomó el rumbo equivocado. A pesar de ello, Dios lo sustentó. Lo mismo hará contigo pero es mejor si tomas el camino correcto desde un principio. Busca la paz y quietud para decidir bien la dirección que tomará tu vida.
Cuando vives momentos difíciles tomas caminos equivocados. Entonces, Dios te cuestiona para que reflexiones y salgas de donde estás. Él no te sacará de la cueva donde te metas, sólo tú puedes tomar la decisión, salir y avanzar. Así que levántate y ve hacia adelante. No te encierres deseando morir.
Si tomaste un camino equivocado, reconoce tu error, dale gracias a Dios por su misericordia eterna y pídele que te muestre el camino correcto. Ofrécele tu corazón a Jesús para que perdone tus pecados y te regale vida eterna. Para caminar hacia adelante hay que dejar lo que hoy nos amarra. Hay que dar por superada la etapa que nos aprisiona, hay que dar vuelta la hoja. Hay que sepultar el pasado. "Una cosa hago -dice el apóstol Pablo- olvidando ciertamente lo que queda atrás ..." Hay que olvidar lo que queda atrás. ¿Cómo es que podemos olvidarlo? ¿Sólo porque nos lo propongamos? No, lo olvidaremos porque la cuenta está saldada. La deuda que traíamos, el Señor la pagó. Somos libres de nuestro pasado. Atrás están nuestros fracasos, nuestros yerros, nuestros pecados, nuestras promesas incumplidas, nuestros propósitos frustrados, nuestras amarguras. Todo ha de quedar atrás. Todo aquello que desalienta. La mochila cargada de ese "peso que nos asedia" (Heb.12:1) tenemos que ponerla delante del Señor, para que Él se haga cargo. ¡El Señor se hace cargo!Él murió por nuestros pecados; su sangre es eficaz para quitar todo ello de en medio. Ya no hay nada que nos pueda atar y esclavizar al pasado.Atrás también quedan nuestros pequeños triunfos, esos que nos envanecen. Si algo de lo que hicimos vale la pena recordarlo, que otros lo recuerden, y sobre todo, que el Señor lo tenga en memoria delante de Él. Pero ¿nosotros? Lo olvidaremos, así como olvidó David su victoria sobre Goliat, para nunca mencionarla. ¿Hay algún triunfo? Que lo sepa el Señor, y no nosotros. "... Nuestro ser debe tener una meta fija que es la vida eterna y el gozo del Reino de Dios, debemos esmerarnos en ir hacia adelante para alcanzar la meta y sólo lo lograremos en entregamos nuestra vida al amor de Dios, a la gloria de Cristo Jesús y a la comunión con el Espíritu Santo.
Filipenses 3: 13 nos dice: Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante.
Debemos actuar y avanzar. No sigas estancado en lo que quedó atrás. Un profesor nos decía: “si pasas por el lodo no te atasques”. Esto significa que no debemos quedarnos para siempre en el momento que vivimos. Aquello que dejamos atrás no debe estorbar a lo que tenemos por delante. Repítelo las veces que sea necesario, hay que avanzar, no te detengas.
Tengo tres enunciados que siempre repito: “Lo pasado ya pasó, no te compliques, hay mejores cosas de qué hablar”. Además de olvidar, es necesario dejar de mencionar aquello que quedó atrás. Si continúas hablando al respecto, no podrás superarlo. Inicia con la planificación de tu futuro para ocupar tu mente y tu boca en situaciones positivas que te permitan avanzar. Si el momento difícil aún no ha pasado, no te preocupes, ya pasará, créelo para poder vivirlo.
Filipenses dice: “extiéndete a lo que está delante”. Para lograrlo debes ser flexible. Nada rígido puede extenderse. Es posible estirar un pedazo de hule, pero no una vara de hierro. Tu vida debe ser como un hule flexible que resiste las situaciones y se extiende. Ser rígido y estancarse es fácil y cómodo, avanzar requiere esfuerzo, pero vale la pena. Escoge el camino hacia adelante, el Señor está contigo y no te abandonará.
2 Corintios 5:17 nos comparte: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
No lo olvides, toma las cosas nuevas. La misericordia de Dios es eterna porque se renueva cada día. El Señor estrena misericordia 365 veces al año. Si se le acaba hoy, tiene una nueva para mañana. Cada mañana pide al Señor que estrene su misericordia contigo.
Busca el camino correcto
En Lucas 15: 17-18 el Señor nos dice del hijo pródigo: Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
Actúa como ese hijo que decidió levantarse e ir por el rumbo correcto. Levántate y avanza, puedes hacerlo porque nadie más lo hará por ti. Decide avanzar en tu trabajo, con tu familia, en tus estudios. Hay muchas bendiciones esperándote, pero debes tomar dirección hacia ellas.
En 1 Reyes 19:1-15 leemos sobre Elías: Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos. Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías? El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. Y le dijo Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria
Elías tenía miedo y tomó el rumbo equivocado. A pesar de ello, Dios lo sustentó. Lo mismo hará contigo pero es mejor si tomas el camino correcto desde un principio. Busca la paz y quietud para decidir bien la dirección que tomará tu vida.
Cuando vives momentos difíciles tomas caminos equivocados. Entonces, Dios te cuestiona para que reflexiones y salgas de donde estás. Él no te sacará de la cueva donde te metas, sólo tú puedes tomar la decisión, salir y avanzar. Así que levántate y ve hacia adelante. No te encierres deseando morir.
Si tomaste un camino equivocado, reconoce tu error, dale gracias a Dios por su misericordia eterna y pídele que te muestre el camino correcto. Ofrécele tu corazón a Jesús para que perdone tus pecados y te regale vida eterna. Para caminar hacia adelante hay que dejar lo que hoy nos amarra. Hay que dar por superada la etapa que nos aprisiona, hay que dar vuelta la hoja. Hay que sepultar el pasado. "Una cosa hago -dice el apóstol Pablo- olvidando ciertamente lo que queda atrás ..." Hay que olvidar lo que queda atrás. ¿Cómo es que podemos olvidarlo? ¿Sólo porque nos lo propongamos? No, lo olvidaremos porque la cuenta está saldada. La deuda que traíamos, el Señor la pagó. Somos libres de nuestro pasado. Atrás están nuestros fracasos, nuestros yerros, nuestros pecados, nuestras promesas incumplidas, nuestros propósitos frustrados, nuestras amarguras. Todo ha de quedar atrás. Todo aquello que desalienta. La mochila cargada de ese "peso que nos asedia" (Heb.12:1) tenemos que ponerla delante del Señor, para que Él se haga cargo. ¡El Señor se hace cargo!Él murió por nuestros pecados; su sangre es eficaz para quitar todo ello de en medio. Ya no hay nada que nos pueda atar y esclavizar al pasado.Atrás también quedan nuestros pequeños triunfos, esos que nos envanecen. Si algo de lo que hicimos vale la pena recordarlo, que otros lo recuerden, y sobre todo, que el Señor lo tenga en memoria delante de Él. Pero ¿nosotros? Lo olvidaremos, así como olvidó David su victoria sobre Goliat, para nunca mencionarla. ¿Hay algún triunfo? Que lo sepa el Señor, y no nosotros. "... Nuestro ser debe tener una meta fija que es la vida eterna y el gozo del Reino de Dios, debemos esmerarnos en ir hacia adelante para alcanzar la meta y sólo lo lograremos en entregamos nuestra vida al amor de Dios, a la gloria de Cristo Jesús y a la comunión con el Espíritu Santo.
¡ATREVETE A DEJAR EL PASADO!.
¡AMEN Y GLORIA A DIOS!.
*NOTAS, COMENTARIOS Y REFLEXIONES POR EL COLABORADOR OSCAR RIVERA.
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